Lee este interesante artículo, creo que nos viene bien para la era digital en la que nos encontramos.
Antes de hablar
de ‘impactos’ en relación con la incursión de las nuevas tecnologías en el
ámbito de la lectura, porque por fortuna no va a impactar, en flagrante
contradicción con la opinión de los agoreros de turno, nada contra nosotros,
es decir, contra los que estamos por la defensa a ultranza de la letra impresa,
del rastro, del archivo no virtual, en suma, de la memoria.
Antes de
seguir con mi reflexión, me permito también preguntar por qué siempre que nos
referimos a las nuevas tecnologías se habla casi en términos belicosos. Además,
una tercera consideración. ¿Me puede explicar alguien qué son nuevas
tecnologías o qué son los, como acabo de leer que reza un anuncio, nuevos productos
refrigerados? Dejemos al margen las cuestiones antedichas a fin de iniciar con
rigor el texto que se me solicita sobre la lectura.
Para leer,
es menester recordarlo, se requiere soledad y silencio. Dos cosas que, a mi
parecer, debería empezar a reivindicar el ser humano para su desarrollo
sutil. Vivimos inmersos en una sociedad cuyo rumor ensordecedor no nos permite
el sosiego necesario para detenernos y reflexionar sobre nosotros mismos. Reflexión
que ha de huir del solipsismo de preguntarnos acerca de cuál sea nuestro lugar
en el mundo, para ampliar nuestro horizonte y dejar que el mundo con su
complejidad entre en nuestras vidas.
Lo que nos
interesa al leer es experimentar una emoción, lo más honda posible. Cuando he
leído, antes que sentirme enajenado del mundo, me he sentido más cerca de otras
personas que pueden también compartir pensamientos que yo he podido tener. La
lectura nos da noticia de nosotros mismos, de la existencia de otros lugares,
íntimos y ajenos, la posibilidad incluso de que exista otro lugar en el que
podamos liberarnos de nosotros mismos. Porque gracias a los libros y sin tener
que movernos podemos cambiar de lugar. La lectura es una vía de acceso a la
ensoñación, a lo lejano.
Insisto,
por si no hubiese quedado claro, en que debemos reclamar la parte de silencio y
soledad que nos pertenece a cada individuo. Porque el silencio y la soledad
son patrimonio de todos. Reclamar ese lugar de la realidad que también nos
pertenece, no debe significar perturbar a nadie. Al contrario, si los que
miran con cierta suspicacia esa reivindicación contestan a ella con más ruido,
con beligerancia, quizá responda a que no toleran no poder sacar beneficio
económico de aquello que es universal y gratuito. La lectura, territorio
privilegiado para el silencio y la soledad, se escapa una y otra vez de esa
búsqueda filistea del beneficio a toda costa.
¿Qué es lo
que en verdad se oculta en el murmullo tecnológico de nuestra época? ¿Pretende
quizá cotas mayores de libertad o dignidad o justicia? ¿Está al servicio de
una vida mejor para todos? No estoy seguro de que sea así, pero sí lo estoy de
que la literatura, la poesía y los libros anhelan una vida más consecuente,
más plena. Soy de los que piensan que un libro puede salvar una vida; tengo
sobradas pruebas de ello. Recuerdo en concreto el testimonio de una periodista
mexicana. Al saber que era el editor de Pre-Textos, me relató que un escritor
croata amigo suyo, en tiempos de persecución en la última guerra de los Balcanes
y en una situación desesperada, barajaba quitarse su vida y la de sus dos hijos
pequeños. En esa circunstancia la única tabla de salvación a la que se acogió
fue un poema de Auden de su libro Otro tiempo publicado por nosotros en edición
bilingüe. Es probable que muchos de mis lectores podrán dar un testimonio
parecido, aunque no fuese en tan dramáticas circunstancias, de cómo la lectura
ha cambiado sus vidas hasta el punto de no poder concebirlas sin ella.
En estos
tiempos, de las nuevas tecnologías se predica algo similar. Oímos decir que ya
no se puede concebir la vida sin ordenador ni celular ni internet. Quizás sea
así, pero el verdadero instrumento que pone a nuestro servicio el que escribe
es el libro. El libro impreso ha pasado el examen del tiempo, del tiempo del
mundo y del tiempo de nuestras vidas, mientras que los aparatos tecnológicos
tienen aún que demostrar que van a dejar huella profunda en el hombre. Y
discúlpenme que al final no les haya hablado de algo tan urgente como el
impacto de las nuevas tecnologías en el libro y la lectura. Aunque sí podría
contarles que hubo una vez un niño que reconocía los libros por el olor…
Manuel Borrás
Tecnología y Lectura
El Tiempo.com, 31 de julio de 2013
hola. Creo yo que es por la costumbre ya que uno liga el gozo de leer un libro con el poder oler las hojas de un libro recién comprado, el tenerlo en las manos, el cerrarlo o bajarlo un poco cuando algún momento nos deja sin aliento o queremos asimilar algo recién leído. Y el que no podamos hacerlo con lo que se en pantalla como que no nos sabe igual porque ya no existe las conexiones que ligábamos con el leer libros. aunque como sabemos los libros a veces son costosos para comprar a cada rato y por uno los descargar pero no es lo mismo, la historia de un libro es mas emocionante cuando lo tienes en las manos.
ResponderEliminarPero por otro lado, dentro de poco muy posiblemente se acabe su venta puesto que con la poda de arboles en buena medida al no usarlos para hacer libros en papel. gracias por el documento muy interesante
Hola Paola. Excelente el trabajo realizado. Mire que esta es una herramienta poderosa para trabajar con los estudiantes.
ResponderEliminarExcelente el artículo
ResponderEliminarLucìa