¡Lee y sorpréndete!

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A través de la ventana

viernes, 11 de octubre de 2013

El libro es el instrumento

Lee este interesante artículo, creo que nos viene bien para la era digital en la que nos encontramos. 

Antes de hablar de ‘impactos’ en relación con la incursión de las nuevas tecnologías en el ámbito de la lectura, porque por fortuna no va a impactar, en flagrante contradicción con la opinión de los agoreros de turno, nada con­tra nosotros, es decir, contra los que estamos por la defensa a ultranza de la letra impresa, del rastro, del archivo no virtual, en suma, de la memoria.
Antes de seguir con mi reflexión, me per­mito también preguntar por qué siempre que nos referimos a las nuevas tecnologías se habla casi en términos belicosos. Además, una terce­ra consideración. ¿Me puede explicar alguien qué son nuevas tecnologías o qué son los, como acabo de leer que reza un anuncio, nuevos pro­ductos refrigerados? Dejemos al margen las cuestiones antedichas a fin de iniciar con rigor el texto que se me solicita sobre la lectura.
Para leer, es menester recordarlo, se requie­re soledad y silencio. Dos cosas que, a mi pare­cer, debería empezar a reivindicar el ser huma­no para su desarrollo sutil. Vivimos inmersos en una sociedad cuyo rumor ensordecedor no nos permite el sosiego necesario para detener­nos y reflexionar sobre nosotros mismos. Re­flexión que ha de huir del solipsismo de pre­guntarnos acerca de cuál sea nuestro lugar en el mundo, para ampliar nuestro horizonte y de­jar que el mundo con su complejidad entre en nuestras vidas.
Lo que nos interesa al leer es experimentar una emoción, lo más honda posible. Cuando he leído, antes que sentirme enajenado del mundo, me he sentido más cerca de otras personas que pueden también compartir pensamientos que yo he podido tener. La lectura nos da noticia de nosotros mismos, de la existencia de otros lu­gares, íntimos y ajenos, la posibilidad incluso de que exista otro lugar en el que podamos li­berarnos de nosotros mismos. Porque gracias a los libros y sin tener que movernos podemos cambiar de lugar. La lectura es una vía de ac­ceso a la ensoñación, a lo lejano.
Insisto, por si no hubiese quedado claro, en que debemos reclamar la parte de silencio y so­ledad que nos pertenece a cada individuo. Por­que el silencio y la soledad son patrimonio de todos. Reclamar ese lugar de la realidad que también nos pertenece, no debe significar per­turbar a nadie. Al contrario, si los que miran con cierta suspicacia esa reivindicación contes­tan a ella con más ruido, con beligerancia, qui­zá responda a que no toleran no poder sacar beneficio económico de aquello que es univer­sal y gratuito. La lectura, territorio privilegia­do para el silencio y la soledad, se escapa una y otra vez de esa búsqueda filistea del benefi­cio a toda costa.
¿Qué es lo que en verdad se oculta en el murmullo tecnológico de nuestra época? ¿Pre­tende quizá cotas mayores de libertad o dig­nidad o justicia? ¿Está al servicio de una vida mejor para todos? No estoy seguro de que sea así, pero sí lo estoy de que la literatura, la poe­sía y los libros anhelan una vida más conse­cuente, más plena. Soy de los que piensan que un libro puede salvar una vida; tengo sobradas pruebas de ello. Recuerdo en concreto el testi­monio de una periodista mexicana. Al saber que era el editor de Pre-Textos, me relató que un escritor croata amigo suyo, en tiempos de persecución en la última guerra de los Balca­nes y en una situación desesperada, barajaba quitarse su vida y la de sus dos hijos pequeños. En esa circunstancia la única tabla de salva­ción a la que se acogió fue un poema de Auden de su libro Otro tiempo publicado por nosotros en edición bilingüe. Es probable que muchos de mis lectores podrán dar un testimonio parecido, aunque no fuese en tan dramá­ticas circunstancias, de cómo la lectura ha cambiado sus vidas hasta el punto de no poder concebirlas sin ella.
En estos tiempos, de las nuevas tecnologías se predi­ca algo similar. Oímos decir que ya no se puede concebir la vida sin ordenador ni ce­lular ni internet. Quizás sea así, pero el verda­dero instrumento que pone a nuestro servicio el que escribe es el libro. El libro impreso ha pasado el examen del tiempo, del tiempo del mundo y del tiempo de nuestras vidas, mien­tras que los aparatos tecnológicos tienen aún que demostrar que van a dejar huella profun­da en el hombre. Y discúlpenme que al final no les haya hablado de algo tan urgente como el impacto de las nuevas tecnologías en el li­bro y la lectura. Aunque sí podría contarles que hubo una vez un niño que reconocía los libros por el olor…
Manuel Borrás
Tecnología y Lectura
El Tiempo.com, 31 de julio de 2013

3 comentarios:

  1. hola. Creo yo que es por la costumbre ya que uno liga el gozo de leer un libro con el poder oler las hojas de un libro recién comprado, el tenerlo en las manos, el cerrarlo o bajarlo un poco cuando algún momento nos deja sin aliento o queremos asimilar algo recién leído. Y el que no podamos hacerlo con lo que se en pantalla como que no nos sabe igual porque ya no existe las conexiones que ligábamos con el leer libros. aunque como sabemos los libros a veces son costosos para comprar a cada rato y por uno los descargar pero no es lo mismo, la historia de un libro es mas emocionante cuando lo tienes en las manos.
    Pero por otro lado, dentro de poco muy posiblemente se acabe su venta puesto que con la poda de arboles en buena medida al no usarlos para hacer libros en papel. gracias por el documento muy interesante

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  2. Hola Paola. Excelente el trabajo realizado. Mire que esta es una herramienta poderosa para trabajar con los estudiantes.

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