¡Lee y sorpréndete!

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A través de la ventana

viernes, 25 de octubre de 2013

Mil maneras de leer.

Querido lector, docente, amigo: 
Te recomiendo el siguiente enlace
http://www.colombiaaprende.edu.co/mml/sitio/home.html para que te sigas adentrando en este fantástico mundo de los libros y tengas a tu alcance una guía práctica para navegar en la biblioteca.

viernes, 18 de octubre de 2013

Una excelente lectura que nos invita a la reflexión acerca de la condición humana.

El mono que quiso ser escritor.
En la selva vivía una vez un Mono que quiso ser escritor satírico.
Estudió mucho, pero pronto se dio cuenta de que para ser escritor satírico le faltaba conocer a la gente y se aplicó a visitar a todos y a ir a los cocteles y a observarlos por el rabo del ojo mientras estaban distraídos con la copa en la mano.
Como era de veras gracioso y sus ágiles piruetas entretenían a los otros animales, en cualquier parte era bien recibido y él perfeccionó el arte de ser mejor recibido aún.
No había quien no se encantara con su conversación y cuando llegaba era agasajado con júbilo tanto por las Monas como por los esposos de las Monas y por los demás habitantes de la Selva, ante los cuales, por contrarios que fueran a él en política internacional, nacional o doméstica, se mostraba invariablemente comprensivo; siempre, claro, con el ánimo de investigar a fondo la naturaleza humana y poder retratarla en sus sátiras.
Así llegó el momento en que entre los animales era el más experto conocedor de la naturaleza humana, sin que se le escapara nada.
Entonces, un día dijo voy a escribir en contra de los ladrones, y se fijó en la Urraca, y principió a hacerlo con entusiasmo y gozaba y se reía y se encaramaba de placer a los árboles por las cosas que se le ocurrían acerca de la Urraca; pero de repente reflexionó que entre los animales de sociedad que lo agasajaban había muchas Urracas y especialmente una, y que se iban a ver retratadas en su sátira, por suave que la escribiera, y desistió de hacerlo.
Después quiso escribir sobre los oportunistas, y puso el ojo en la Serpiente, quien por diferentes medios -auxiliares en realidad de su arte adulatorio- lograba siempre conservar, o sustituir, mejorándolos, sus cargos; pero varias Serpientes amigas suyas, y especialmente una, se sentirían aludidas, y desistió de hacerlo.
Después deseó satirizar a los laboriosos compulsivos y se detuvo en la Abeja, que trabajaba estúpidamente sin saber para qué ni para quién; pero por miedo de que sus amigos de este género, y especialmente uno, se ofendieran, terminó comparándola favorablemente con la Cigarra, que egoísta no hacia más que cantar y cantar dándoselas de poeta, y desistió de hacerlo.
Después se le ocurrió escribir contra la promiscuidad sexual y enfiló su sátira contra las Gallinas adúlteras que andaban todo el día inquietas en busca de Gallitos; pero tantas de éstas lo habían recibido que temió lastimarlas, y desistió de hacerlo.
Finalmente elaboró una lista completa de las debilidades y los defectos humanos y no encontró contra quién dirigir sus baterías, pues todos estaban en los amigos que compartían su mesa y en él mismo.
En ese momento renunció a ser escritor satírico y le empezó a dar por la Mística y el Amor y esas cosas; pero a raíz de eso, ya se sabe cómo es la gente, todos dijeron que se había vuelto loco y ya no lo recibieron tan bien ni con tanto gusto.
Augusto Monterroso 
(Tegucigalpa, 21 de diciembre de 1921 – México, D. F., 7 de febrero de 2003), escritor hispanoamericano, 
conocido por sus colecciones de relatos breves e hiperbreves.

¿Por qué leer?

¿Cuántas veces nos hemos hecho esta pregunta y posiblemente aún no tenemos la respuesta?
Diría que la invitación queda abierta para descubrir mi propia razón de por qué leer, y comprobar que puertas me he atrevido a abrir.



Y tú, ¿qué puertas has abierto?

"Los lectores no somos los mismos cuando salimos de un libro".

viernes, 11 de octubre de 2013

El libro es el instrumento

Lee este interesante artículo, creo que nos viene bien para la era digital en la que nos encontramos. 

Antes de hablar de ‘impactos’ en relación con la incursión de las nuevas tecnologías en el ámbito de la lectura, porque por fortuna no va a impactar, en flagrante contradicción con la opinión de los agoreros de turno, nada con­tra nosotros, es decir, contra los que estamos por la defensa a ultranza de la letra impresa, del rastro, del archivo no virtual, en suma, de la memoria.
Antes de seguir con mi reflexión, me per­mito también preguntar por qué siempre que nos referimos a las nuevas tecnologías se habla casi en términos belicosos. Además, una terce­ra consideración. ¿Me puede explicar alguien qué son nuevas tecnologías o qué son los, como acabo de leer que reza un anuncio, nuevos pro­ductos refrigerados? Dejemos al margen las cuestiones antedichas a fin de iniciar con rigor el texto que se me solicita sobre la lectura.
Para leer, es menester recordarlo, se requie­re soledad y silencio. Dos cosas que, a mi pare­cer, debería empezar a reivindicar el ser huma­no para su desarrollo sutil. Vivimos inmersos en una sociedad cuyo rumor ensordecedor no nos permite el sosiego necesario para detener­nos y reflexionar sobre nosotros mismos. Re­flexión que ha de huir del solipsismo de pre­guntarnos acerca de cuál sea nuestro lugar en el mundo, para ampliar nuestro horizonte y de­jar que el mundo con su complejidad entre en nuestras vidas.
Lo que nos interesa al leer es experimentar una emoción, lo más honda posible. Cuando he leído, antes que sentirme enajenado del mundo, me he sentido más cerca de otras personas que pueden también compartir pensamientos que yo he podido tener. La lectura nos da noticia de nosotros mismos, de la existencia de otros lu­gares, íntimos y ajenos, la posibilidad incluso de que exista otro lugar en el que podamos li­berarnos de nosotros mismos. Porque gracias a los libros y sin tener que movernos podemos cambiar de lugar. La lectura es una vía de ac­ceso a la ensoñación, a lo lejano.
Insisto, por si no hubiese quedado claro, en que debemos reclamar la parte de silencio y so­ledad que nos pertenece a cada individuo. Por­que el silencio y la soledad son patrimonio de todos. Reclamar ese lugar de la realidad que también nos pertenece, no debe significar per­turbar a nadie. Al contrario, si los que miran con cierta suspicacia esa reivindicación contes­tan a ella con más ruido, con beligerancia, qui­zá responda a que no toleran no poder sacar beneficio económico de aquello que es univer­sal y gratuito. La lectura, territorio privilegia­do para el silencio y la soledad, se escapa una y otra vez de esa búsqueda filistea del benefi­cio a toda costa.
¿Qué es lo que en verdad se oculta en el murmullo tecnológico de nuestra época? ¿Pre­tende quizá cotas mayores de libertad o dig­nidad o justicia? ¿Está al servicio de una vida mejor para todos? No estoy seguro de que sea así, pero sí lo estoy de que la literatura, la poe­sía y los libros anhelan una vida más conse­cuente, más plena. Soy de los que piensan que un libro puede salvar una vida; tengo sobradas pruebas de ello. Recuerdo en concreto el testi­monio de una periodista mexicana. Al saber que era el editor de Pre-Textos, me relató que un escritor croata amigo suyo, en tiempos de persecución en la última guerra de los Balca­nes y en una situación desesperada, barajaba quitarse su vida y la de sus dos hijos pequeños. En esa circunstancia la única tabla de salva­ción a la que se acogió fue un poema de Auden de su libro Otro tiempo publicado por nosotros en edición bilingüe. Es probable que muchos de mis lectores podrán dar un testimonio parecido, aunque no fuese en tan dramá­ticas circunstancias, de cómo la lectura ha cambiado sus vidas hasta el punto de no poder concebirlas sin ella.
En estos tiempos, de las nuevas tecnologías se predi­ca algo similar. Oímos decir que ya no se puede concebir la vida sin ordenador ni ce­lular ni internet. Quizás sea así, pero el verda­dero instrumento que pone a nuestro servicio el que escribe es el libro. El libro impreso ha pasado el examen del tiempo, del tiempo del mundo y del tiempo de nuestras vidas, mien­tras que los aparatos tecnológicos tienen aún que demostrar que van a dejar huella profun­da en el hombre. Y discúlpenme que al final no les haya hablado de algo tan urgente como el impacto de las nuevas tecnologías en el li­bro y la lectura. Aunque sí podría contarles que hubo una vez un niño que reconocía los libros por el olor…
Manuel Borrás
Tecnología y Lectura
El Tiempo.com, 31 de julio de 2013

La palabra, de Pablo Neruda.


La Palabra

…Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen… Vocablos amados… Brillan como perlas de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo algunas palabras… Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema… Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas… Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto… Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola… Todo está en la palabra… Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció. Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces… Son antiquísimas y recientísimas… Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada… Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos… Estos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo… Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas… Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra… Pero a los bárbaros se les caían de la tierra de las barbas, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras.                        
 Pablo Neruda 
Confieso que he vivido

jueves, 10 de octubre de 2013

La cuentista canadiense Alice Munro, ganadora del Premio Nobel de Literatura 2013

Alice Munro, escritora de origen canadiense, fue reconocida por la academia sueca con el premio nobel de literatura de este 2013, denominándola también "la maestra del cuento contemporáneo".
Este jueves la Academia Sueca decidió conceder el Premio Nobel de Literatura de este 2013 a la escritora canadiense Alice Munro, quien ha destacado sobre todo en el género de cuento.
Munro nació en Wingham, Ontario, el 10 de julio de 1931 y según publica The Guardian, su “escape a los libros” surgió como respuesta al diagnóstico de una forma inusual de Parkinson que recibió su madre cuando ella tenía 10 años. A partir de entonces Alice se encaminó a la vida literaria, la cual la llevó a ganarse una beca para estudiar periodismo en condiciones más bien precarias en la Universidad del Oeste de Ontario y después, junto con su primer esposo, Jim Munro, abrir una librería que existe hasta la fecha, Munro’s Books, en Victoria, British Columbia.
Peter Englund, secretario permanente de la Academia Sueca, calificó a Munro como “la maestra del cuento contemporáneo” al anunciar la concesión del premio a la canadiense, y aseguró también que Munro “ha tomado una forma artística, el cuento, que ha tendido un poco a desarrollarse a la sombra de la novela, y lo ha cultivado casi a la perfección”. Asimismo, en comunicado aparte la institución elogió la “claridad y el realismo psicológico” de la autora.
La obra de Munro se ha ocupado sobre todo de las dificultades en las relaciones entre mujeres y hombres, la vida que se lleva en ciudades pequeñas y la debilidad de la memoria. En opinión de Julie Bosman, del New York Times, Munro “revolucionó la arquitectura del cuento, frecuentemente por comenzar una historia en un lugar inesperado y después moviéndola hacia atrás o hacia delante en el tiempo”. 
La crítica literaria ha comparado la obra y el estilo de Munro con Chéjov, probablemente uno de los mejores escritores de cuentos de toda la historia, en particular por su solvencia para escribir sobre la naturaleza humana y también por el motivo recurrente de explorar la existencia de mujeres jóvenes que viven en ciudades pequeñas.
Por su parte el periódico español ABC enlista “cinco libros imprescindibles de Alice Munro” que se encuentran traducidos, a saber, Mi vida querida (cuentos), La vida de las mujeres (novela),Demasiada felicidad (cuentos), Las lunas de Júpiter (cuentos; el que da título al tomo se encuentra en Scribd) y Amistad y juventud (cuentos).
La escritora canadiense es ahora la treceava mujer en ser reconocida con el Nobel de Literatura desde que este fue instalado en 1901.